Vamos a hacer una cerveza
Actualmente, cuando decimos "vamos a hacer una cerveza", hay una serie de conceptos que automáticamente se disparan en nuestra cabeza (muchos de ellos, inconscientes). Para probarlo, te proponemos un ejercicio. Piensa lo que significa para ti, ir a tomar una cerveza con alguien. ¿Es lo mismo que ir a tomar un café? ¿O lo mismo que ir de copas? ¿O de vinos?
La respuesta, en la mayoría de los casos, será que no. Porque ir a tomar unas cervezas, tiene su propia idiosincrasia. Tiene sus propias reglas y condicionantes, que hacen de éste, un evento único (y más en nuestra cultura). Un acto que nos provoca una serie de sensaciones, emociones y pensamientos, la mayoría de las veces, pensamientos de algo muy deseable.
De hecho, ir a tomar una cerveza implica una camaradería, una unión. Implica una conjunción de sensaciones que hace que cada sorbo sienta de maravilla. Disfrutar de este momento con nuestros círculos cercanos, rememorando historias, compartiendo emociones, contrastando sensaciones, a medida que los vasos o botellas se van agolpando arriba la mesa -como trofeos que indican el camino transitado-, convierte la vida algo más brillante . Prueba de ello, el hecho de que ahora que no podemos hacerlo como antes, parece habernos sacado parte de nuestra vida.