Si pasaras por un campo sembrado, y te dedicaras a buscar malta, no serías capaz de encontrarlo. Cebada, avena, trigo… todos estos cereales son empleados para elaborar cerveza artesana, pero para pasar a ser considerados malta, deben pasar por un proceso.
El proceso de malteado consiste en dos fases; una germinación y otra secado. En la primera, ponemos a los cereales en remojo para activar la germinación, que provocará que las enzimas de la semilla empiecen a cortar los almidones, la energía que contiene el cereal, para transformarlos en azúcar.
Este proceso de activación normalmente tiene una duración de unos 4-6 días, y cuando vemos que la semilla ha germinado lo suficiente, comienza la segunda fase del proceso, la de secado. Básicamente aquí lo que se busca es cortar el proceso de activación de la semilla, y para ello sometemos a una temperatura de entre 60-70°C. En función de la malta que se quiera conseguir, cambiarán los tiempos y las temperaturas.
Por último, también podemos añadir un último paso, que sería el de caramelizado o tostado al que se añade otro escalón de mayor temperatura, para conseguir maltas más torrefactas y oscuras.